marzo 28, 2024

Por Joel Salas Suárez
Recientemente fue el estreno comercial del filme El sueño del Mara’akame, ópera prima de Federico Cecchetti que da cuenta de la confrontación entre los sueños de Nieri, joven wixárika que quiere ser músico, y los sueños de su padre, un mara’akame o chamán huichol que desea heredar a Nieri el manto espiritual. Al final la música y lo espiritual se unen en Nieri, quien encuentra sentido entre su pasión y su destino, la modernidad y la tradición.

El filme muestra visualmente la dura cotidianeidad de los wixárikas y la belleza y dignidad de sus tradiciones. Para eso mezcla realismo y efectos visuales producidos totalmente en México. La película transmite el enfrentamiento entre el modo de vida de los pueblos originarios y la “modernidad”. Este enfrentamiento tiene un lado desgarrador cuando se trata de los territorios y ecosistemas donde viven pueblos originarios y las actividades económicas que los depredan, por ejemplo, la minería. El pueblo wixárika habita principalmente en el estado de Nayarit y partes de la sierra de Jalisco, Durango y Zacatecas. A pesar del mestizaje, ha conservado sus tradiciones ancestrales y se ha organizado pacíficamente para resistir concesiones mineras que atentan contra sus comunidades y lugares sagrados. En esta lucha se juegan la vida, pues se han registrado ataques violentos contra sus líderes.

Conozco de primera mano casos en Nayarit, porque en visitas a este estado se nos han acercado personas para consultar cómo pueden ejercer el derecho de acceso a la información y allegarse de elementos para investigar y denunciar conflictos socioambientales provocados por mineras en zonas wixárikas. En 2010, el pueblo wirrárika se organizó contra la First Majestic Silver Corporation, empresa canadiense con 22 concesiones que abarcaban 6,327 hectáreas de área natural protegida y sitio sagrado natural de Wirikuta. Se organizó el Frente de Defensa de Wirikuta Tamatsima Wahha (el agua de nuestro hermano mayor) y realizaron gestiones administrativas, políticas, difusión en todos los medios posibles en defensa de su territorio y sitios sagrados. Llevaron su protesta a foros internacionales y en 2011 interpusieron amparo que se resolvió a su favor. Otro caso es el de La Yesca, contra la misma empresa minera. Se organizó el Frente Amplio contra la minería en ese territorio. Han interpuesto varios amparos, pero aún hay concesione vigentes en Nayarit. La comunidad indígena del ejido Ayotitlán se organizó contra la minería ilegal en la zona en 2012. Dos minas operaban sin permiso de la comunidad ni de la SEMARNAT, la CONAGUA y la PROFEPA, y los pobladores lograron la cancelación de las concesiones.[1]

Me llena de esperanza que los pueblos originarios conozcan este derecho y decidan ejercerlo para denunciar y exigir el respeto a sus derechos y el medio ambiente. Esto debe extenderse a más personas, porque también sirve para defender la justicia y el trabajo digno de los mineros. El sector, además de impactos sociales y ambientales, implica riesgos adicionales a la vida e integridad de sus trabajadores. Recordemos el caso icónico de Pasta de Conchos, donde 65 mineros murieron en una explosión en 2006 debido a que la empresa concesionaria no les ofreció condiciones de trabajo seguras. 13 años después, luego de que el caso fuera admitido por la Corte Interamericana de Derecho Humanos y el Gobierno federal actual anunciara un plan para atender el caso, los ciudadanos ya están pendientes de vigilar estas acciones. El INAI resolvió el recurso de revisión RRA 5534/19 instruyendo a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social entregar los documentos sobre las mismas.

La información pública permite conocer los frutos económicos del sector, así como las acciones que los gobiernos y las empresas mineras llevan a cabo para evitar conflictos socioambientales y pérdidas de vidas humanas. Hay avances en materia de transparencia, pero se puede mejorar si se promueve que las leyes mineras y de transparencia establezcan la publicación proactiva de información y por interés público para reducir asimetrías entre autoridades, empresas y ciudadanos. Como en el filme, las tradiciones y la modernidad, los empresarios y los trabajadores, pueden encontrar balance gracias a la información pública. La historia debe cambiar, las siguientes generaciones wixárika deben vivir tranquilos en sus territorios, y los mineros deben tener condiciones de trabajo dignas.

Joel Salas Suárez

Comisionado del INAI

Twitter: @joelsas

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